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Valentinx Rubio: "me interesan las poéticas del cruce"


¿Cómo empezaste a escribir poesía?


Ya desde chiquitx me gustaba mucho la lectura. Me acuerdo que a eso de los 7, 8 años empecé a escribir mis primeros cuentos de terror para contarles a mis viejxs y a mi hermano, pero sentí la necesidad de empezar a escribir poesía más adelante, en la adolescencia, cuando sentí por primera vez que las estructuras que formaban mi realidad no eran tan sólidas como creía y que se podían venir abajo en cualquier momento, que toda esa construcción estable era al final algo que podía desaparecer y dejar el vacío. Ahí, con ese primer quiebre fue cuando sentí que necesitaba otra forma del lenguaje para poder procesar y entender esa ficción mutable que es la realidad.


¿Qué poetas estás leyendo? ¿Qué poéticas te interesan? ¿Influyen en tu manera de escribir?


Ahora mismo estoy leyendo a Natalia Litvinova, una poeta de origen bielorruso que vive actualmente en Buenos Aires; a Westonia Murray, australiana que vive actualmente en la patagonia argentina; y el libro Eva en barricada de la Sandra Flores Ruminot, poeta mendocina, editado por Fractura, editorial mendocina también. Cuando pienso en qué poéticas me interesan siento que han ido variando a lo largo del tiempo. En este momento estoy muy interesadx en las poéticas migrantes, o para decirlo con Preciado, poéticas del cruce, estoy buscando y leyendo todo lo que encuentre que tenga que ver con moverse del lugar que ha sido establecido para unx y habitar lo otro. El encuentro que se produce con eso otro desconocido cuando unx decide o necesita moverse ya sea de un territorio geográfico, un territorio corporal, un territorio identitario. Y si, creo que influye en mi escritura porque es algo que, como persona no binaria y persona migrante también, siento la necesidad de procesar y de decir, de hecho creo que por eso también es la poética en la que estoy interesadx ahora mismo.


¿Cómo ves el panorama poético en Mendoza en cuanto a formación, edición y circulación de libros?


Bueno yo estuve viviendo los últimos 5 años (salvo 2018) en Córdoba, así que no he estado en mucho contacto directo con el panorama poético de Mendoza, más que por algunas lecturas y compartires en redes que han sido hermosos para achicar un poco las distancias, pero tanto antes de irme, como desde los tres meses que llevo acá de vuelta creo que todo lo que respecta a formación, edición y circulación de libros de autores mendocinxs siempre ha sido muy a pulmón, muy autogestivo y con la nula ayuda gubernamental del Ministerio de Cultura, exceptuando los certámenes literarios que son más una lavada de cara que algo que realmente fomente estas instancias de la escritura. Justamente ese es uno de los puntos que como asamblea de trabajadorxs de la literatura estamos reclamándole a cultura. Necesitamos talleres de formación, de clínica de obra, necesitamos apoyo económico que refuerce la labor incansable de las editoriales independientes y autogestionadas, necesitamos que los libros de lxs poetas y escritores mendocinxs circulen y no queden estancados juntando polvo en una mesa. Por eso siento que es muy importante que estemos nucleadxs como asamblea y podamos plantear reclamos concretos, porque realmente creo que la salida siempre es colectiva.




Presentamos cinco poemas de Valentinx Rubio:


Cada vez que me baño

me doy cuenta

de que se me está cayendo el pelo

como se le caen las hojas

al árbol de la casa de enfrente

en este otoño tibio

y lento

que veo a través de la ventana.


no alcanzo los colores del ocaso

no me toca el viento fresco

las pieles

no se posa sobre mi cuerpo

la niebla

las hojas preparan un colchón crujiente

en el piso

para un derrumbe

al que no puedo acudir.



Veo todas las mañanas

cómo se escapa el otoño

por el lado de afuera de la ventana

cómo se lleva en silencio

los huesos que deja la muerte a los costados de la calle

pienso en si será el único testigo

de la desaparición lenta de este cuerpo

si será el único que puede ver el momento justo

en que la luz atraviesa mis extremidades

que se vuelven vidrio y sombra


quisiera preguntarle

si existe la reconstrucción después del desvanecimiento

o si al final la nada

termina ocupando

lo que nos abandona.



El sol naciente de invierno

se deja caer lentamente sobre esta esquina

calienta con su aliento la chapa del camión

sobre la que nos tiramos tantas siestas

a fumar nuestros primeros cigarrillos

y a echar por la boca la niñez

como se tira el humo


los pájaros cantan y revolotean en círculos

sobre los mismos árboles de este barrio

muertos de frío y abandono

sin un verdor que despunte sus ramas secas

pero todavía esbeltos y guardianes


esta mañana asistí

al más nostálgico de los reencuentros



Una mañana le pedí a mi viejo

que me trajera algo para la garganta

de camino a la verdulería

pensaba en caramelos de menta

o de jengibre

esos que han sabido aliviarme la sensación incómoda

de tener algo pegado en un tracto respiratorio

que pobre

siempre ha recibido toda la somatización

de mis quiebres


cuando volvió

dejó en mis manos abiertas

un montón de los pequeños capuchones

que sostienen las semillas de los eucaliptos

y me dijo que cuando él era chico

mientras duraba el invierno

las viejas los ponían en agua hirviendo

y les hacían aspirar el vapor que desprendían

para limpiar los pulmones

y que con el resto se impregnaba la casa

dejando una marca aromática de vitalidad


He vuelto a esta tierra

después de tantos años

buscando el ritual que me deje la marca

y se lleve el mal parasitario que me aqueja



Desnudas

con las piernas abiertas

una frente a la otra

mientras pasamos nuestros dedos

por la piel caliente de nuestros cuerpos

le digo que estoy en punzante conflicto

con la función única tradicional de mi sexo

ella contesta con una sonrisa

las palabras suaves que mis oídos conocen

por haber salido otras veces de mi boca


nos acariciamos a través de la noche

con la luz prendida

le damos a nuestros sentidos

el reconocimiento del cuerpo ajeno


después

le doy gracias

no por la calma de la comprensión ni por el sexo

sino por la reconfiguración que se da

en la fragilidad íntima del encuentro.



Valentínx Rubio nació en un otoño mendocino en 1995. En 2016 se mudó a córdoba donde estuvo residiendo los últimos años. Desde entonces ha publicado su poesía en revistas y antologías del medio independiente y autogestivo, y con mayor periodicidad en su cuenta de Instagram (@_valenrubio_). También ha participado de diversos ciclos de lectura tanto en Mendoza como en Córdoba. Todavía con la sensación de nomadismo y de territorialidad en cruce, ahora reside nuevamente en Mendoza.


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