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Adrián Narváez: "estamos hechos de lecturas"

Enero de 2025




¿Cómo empezaste a escribir poesía?


La verdad, no sé si la poesía me encontró a mí o si yo la encontré a ella. Al día de hoy no me queda muy claro eso. Lo que sí te puedo decir es que más o menos a los 13 o 14 años empecé con los primeros arrebatos. Siempre me llamó la atención la poesía, desde niño, ya fuera porque la escuchara recitar, antes incluso de aprender a leer (cuando de hecho ni siquiera la entendía), o después cuando empecé a leerla a mediados de la escuela primaria. Ya cuando entré al secundario me animé a escribir los primeros versos, pero no me gustaban para nada, entonces los rompía. En los primeros tiempos tiraba todo lo que

improvisaba. Hasta que un día de esos que el sol parece jugar a las escondidas, me salió algo que en su momento juzgué de tinte bequeriano y por fin me convenció. A partir de ahí no paré nunca más. Hoy por hoy, la circunstancia puede encontrarme escribiendo en cualquier género, pero siempre en los descansos algún verso suelto se mete y me hace largar lo que sea que está haciendo para desarrollar esa idea y se convierta en un poema. Es más, muchas veces un poema me ha llevado a otro y así sucesivamente.


¿Qué poetas estás leyendo? ¿Qué poéticas te interesan? ¿Influyen en tu manera de escribir?


Leo todo lo que cae en mis manos, hasta los prospectos de los remedios. Me gusta mucho lo que se está produciendo acá en Mendoza. Cada vez que voy a la feria del libro tengo la fortuna de traerme ejemplares de autores mendocinos. Los compro con toda confianza, los he leído casi a todos y me parecen sensacionales. No he leído un solo autor local que sea regular, son todos excelentes. Acá en Mendoza se escribe con un nivel exquisito. Creo, sin exagerar, que si Mendoza fuera la capital del país, sin duda sería considerada la capital de la poesía. Después, bueno, he leído autores nacionales e internacionales y muchos latinoamericanos. Imaginate que a la biblioteca de la escuela donde trabajo llegó hace unos años una partida de libros de poetas latinoamericanos y me los he leído a todos. De ahí que los puedo recomendar. Desde Boccanera, pasando por Gruss, Bellesi, hasta Cardenal y Dalton. En cuanto a la influencia, la poesía es tan universal, tan profunda que, en mayor o menor medida nos termina influyendo. Hasta te diría que nos termina impulsando porque en alguna forma la buena poesía te marca el camino, es la verdadera inspiración. No solo a la hora de escribir sino hasta en las cosas más sencillas de la vida. Al menos para los que vivimos, respiramos poesía. En tres palabras, como suelo decir, estamos hechos de lecturas.


¿Cómo ves el panorama poético en Mendoza en cuando a formación, edición y circulación de libros?


Pregunta difícil. Da para explayarse más de lo que se imagina. A mi criterio, creo, el panorama en el ámbito estrictamente poético es muy complejo. Siempre lo ha sido. De un tiempo a esta parte, es como que la poesía vine corriendo de atrás a los otros géneros, y ojo, tal vez porque goza de mayor popularidad, no sé. Se escribe mucha poesía y con más razón debería ponerse el foco en ello. En el Vendimia, por ejemplo, me comentaron que se presentaron 52 propuestas y de enorme calidad. ¿Te imaginás si a eso le sumás la cantidad de poetas que no se presentaron o los que escriben en el más recóndito silencio? En cuanto a la edición, más allá de las diferentes editoriales que, de hecho realizan un gran trabajo de edición, maravilloso, creo que debería hacerse mayor énfasis en la difusión. Las librerías podrían colaborar un poco más, por ejemplo, me parece. Otra cosa, creo que debería haber un certamen exclusivo de poesía y así sumar un poco más a la visibilidad del trabajo poético, facilitar la edición, porque calidad sobra. Que la tarea de publicar no esté supeditada exclusivamente al coste de la autogestión. Hay mucha gente que le pone el hombro a diario a la poesía, desde venta, talleres, cafés, recitales. La esencia de la poesía está más viva que nunca, solo necesita un poco más de empuje, que salga a la luz. Gracias a Dios están las redes que sino mucha poesía buena caería en un ostracismo absoluto. Por suerte, así como el Rock & Roll, la poesía no morirá jamás.






Presentamos cinco poemas de Adrián Narváez:


Aunque ya no despierte


Si el olvido estuviera a la vuelta de la esquina

me iba caminando de espaldas

para no tener siquiera el menor contacto visual

que me haga perder en el último paso

si el olvido estuviera a medio camino

al norte de la ausencia

me tomaba el primer vuelo a aquella página amarilla

y cerraba el trato sin dudarlo

si el olvido estuviera enmarcado en un punto exacto

un día determinado del futuro por ejemplo

dormiría hasta esa fecha sin temor a equivocarme


pero no existe ángulo profundidad ni distancia

que encuentren la base ni la altura del olvido

y si existiera una sola posibilidad de esas

también existe una razón paradójica

por la que dejaría pasar el tren

lo miraría perderse hasta perderme yo


esa sola razón por la que no me agarraría del olvido

bajo ninguna circunstancia del universo

es que de ser así también

bajo ninguna circunstancia del universo

estaría escribiendo este poema

¡maldición!




Existencia


Siempre digo

que será tu última poesía

pero ante una simple lágrima

el arco iris te dibuja.


¡Oh, rauda pasajera!

Te llevo hasta en la retórica

del poema en que el azar te anuncia

y siento tu respiración detrás

cortejando el destino.


No debieras marcarnos tanto

eres muy breve…

Tal vez, sin reglas vanas

serías mucho más bella

y no habría qué transgredir.


Cuando menos

quedaría el albedrío

ante tus objeciones.


¿Qué se siente que te sufran?




Canción desierta


El tiempo…


ciudad sin nombre

que nos toma y nos arrastra

hacia la costa del vacío


noche sin fortuna

traduciendo su mirada

con el beso de la sombra


y la tortura del abismo


el tiempo…


pretérito perfecto

que comanda la memoria

en las columnas del delirio


enceguecido cantar

perfumando la frontera

donde se queman las rosas


y sus cenizas de vidrio


el tiempo…


promesa extinta

en los libros del ocaso

y el sinfín de los latidos


asombrosa pasión

que respira bajo el alma

y convulsiona la sangre


con que se escribe el destino.




Desde el pasado que viene


Rompamos los cepos

de nuestra propia utopía

con la tinta de las venas

cuando bulle bajo la piel. Que los

sueños bajen a tierra y nos remonten a

lo más alto.


Abramos las compuertas sin

desperdiciar

el mar que llevamos dentro, que

brote un manantial

y que fluya la razón.

Hagamos puentes de palabras

encaucemos el grito letra a letra, por

goteo, hasta disolver la roca que divide y

aplasta.


Alcemos las manos, sí,

que las buenas vibras las unan.

Que las mentes se abran se

conecten

que nos lleven

a triturar prejuicios violencia

y toda infección secular que provoca

empobrece y

condena.



Primavera


Todo reverdece. La multiplicación de las sombras

no cabe en la atmósfera.

A merced de Perséfone

se deifica el deseo. El amor comienza a

regarse en todas partes.


El néctar se acumula. Invaden las abejas.

La confianza ciega expone

a duros desengaños. A crueles heridas.


Nadie pierde un instante en formar juicio o

entender su impronta. En esta época

el caminante puede encontrar su estrella y


aún así, perderse al amanecer.





Adrián Narváez vive en Rivadavia, Mendoza. Poeta, narrador, lector apasionado. Es Técnico en Comunicación, Gestión y Administración de Bibliotecas. Publicó los libros de poemas De espaldas a la marea del tiempo (2016), y También, nosotros… (2019). Grupos, talleres y cafés literarios, además de recitales y lecturas son parte de su formación literaria. Ha obtenido certámenes tanto en narrativa, como en lírica. Integró diversas antologías nacionales e internacionales, y es autor de otros libros, entre poesía, cuento y novela, aún inéditos. Es actual ganador del Certamen Literario Vendimia 2024 en la categoría Juvenil.







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