“Soy una cuchilla aceitada, cuidado hierba mala”
- futuroseran
- 31 oct 2021
- 4 Min. de lectura
¿Se puede definir un libro, la poesía, una autora, por y con un adjetivo? Se puede. La poesía de Graciela Scarlatto es intensa. Su mirada lo es. Clepsidras en la lluvia es un libro que ya desde su brevedad duplica la apuesta, como si la autora –mendocina con décadas de autoexilio porteño– buscara dar el golpe y no dar posibilidad de que el contrincante/lector se levante para dar respuesta. Y la metáfora no es caprichosa. Jugando a la intertextualidad, en su más que recomendable novela Vaselina (editada casi en paralelo con este libro) se evoca la figura de Nicolino Locche, aquel “intocable” al que los golpes no le llegaban y cuya lección era (contra)golpear desde lo emocional, descolocando al oponente. La también artista plástica y editora juega precisamente a descolocar. A arrojar versos en la cara para que uno los digiera como pueda, dejando un regusto amargo en el paladar, restos en alguna muela rota, la lengua sucia.
Dividido en cuatro partes, el sucesor de Ciclo lectivo y de varias antologías, instala al cuerpo como un “territorio bélico” al que la poeta camina “con un bisturí” sin desoír “el protocolo de los dedos”. El cuerpo, ese que no muta, que no madura, “es un dolor que se mira la espalda con las tripas”. En Medicinas amargas, advierte que “no hay tamiz para eso” y eso es su madre, que atada a su cama lícua su cuerpo para que la hija escriba que “leche cuajada, puré, eso es mi madre”. En La destrucción reconoce “no estoy a salvo” pero así y todo da pelea una vez más para sentenciar: “A mis cosas, esta tarde/ no las disuelve la violencia/ ni el estómago del tiempo” y a solo una vuelta de página lanza su cross demoledor: “Soy una cuchilla aceitada/ luminosa/ cuidado hierba mala”.
Al borde de la saudade, en el capítulo final, mientras se pregunta qué pasaría “si me quedara por aquí como si nada/ con la soga al cuello”, se hace cargo que “en el revés de las palabras/ cabalga una liturgia de malversaciones” y sin la jactancia intelectual del autor omnisciente revela que averigüó -¿en el camino, la vida, la escritura?- cosas obvias, entre ellas que “los ángeles de la guarda usan revólveres”. Bang bang lector, estás liquidado.
Rubén Valle

Título: Clepsidras en la lluvia
Autora: Graciela Scarlatto
Edición: Del Dock
Género: poesía
Páginas: 52
Precio: $ 540
Algunos poemas de Clepsidras en la lluvia
Body Art
dónde está tu cuerpo
no es que sea celofán papel de arroz espuma
es sobre todo una distancia
por eso lo camino con un bisturí
tu cuerpo enigma detrás debajo encima
excepto ahí, en la mesa de disección
un síntoma
en la mesa del almuerzo
tu mano a la altura del pan
el protocolo de los dedos
levanta un cubierto que rechina sobre el otro
(como cualquier cubierto) es un escándalo
este placer tan pop de latas Campbell
este cuerpo que
se puede deletrear
como mirada
Ocurrencias
el cuerpo es un dolor
que se mira la espalda
con las tripas
no transcurre no dura
no muta no madura
ocurre, el cuerpo, se peina o grita
se mece se sacude
cuando el tuyo y el mío
coinciden, el espesor del mundo
se reVBela
Medicina amargas
atado a la cama se licúa el cuerpo desnudo
la piel es un trapo mojado sobre los huesos y el vientre
una ampolla que anega la boca
leche cuajada, puré
eso es mi madre
en la acidez de esa lengua
la hija trajina medicinas amargas
solo puede mezclar y moler
ser molida en la palabra sin remedio
que acabará por ahogarla algún día
no hay tamiz para eso
atada en el agua, ninguna maldad
ningún consuelo
Sobre llovido mojado
vas a hablar
y el río muele piedra
sobre piedra tempestad
de corcheas nocturnas
a esta orquesta de vientos
o al grano de tu voz
les temo como al trueno
la borrasca silba
cantarina, extraña
al miedo de no oír
tu cuerpo latido
tamborcito
saxo tenor o clarinete
tu boca dice
cosas en la noche
escucho el vendaval
y callo
para dejar que vibre
el timbre de tu voz
melódica en la lluvia
dice adiós
y lo que cae
no moja, es el silencio
La destrucción
me voy de esta camisa
de esta mesa me voy
como un lagarto hacia las piedras
¿qué significan
las cosas de la casa?
izada, civil en mis tobillos
no estoy a salvo
ni en mis sandalias cómodas
de andar por ahí
entre nombres y cosas
a su manera mudos
la destrucción arrecia
en el orden de la casa
a mis cosas, esta tarde
no las disuelve la violencia
ni el estómago del tiempo
la destrucción funde a negro
como el the end de un cine
objetos que se apaga
Hierba mala
en la calle un tipo toca el saxo
y respirás, es la hora pico
te ves al espejo de una librería
¿qué hacés ahí, admirándote?
soy una cuchilla aceitada
luminosa, cuidado hierba mala
decís —¡hoy corto por lo sano!
pero estás como sembrado al piso
y apenas ves un arbolito
un arbolito seco
chupando música
Vida
y si me fuera lejos
a esa calle donde el cuerpo
la muerte y las batallas
no eran sosos
y cualquier camino al territorio
un laberinto
qué país qué razón qué muerte
qué soborno a contrapelo o a mis anchas
me daría de mamar
y si me quedara por aquí como si nada
con la soga al cuello
y la brida que ahoga el no de los ahorcados
qué país qué historia
qué silencio asfixiará esta náusea entre mis muelas
para darme de mamar
almorzaré de prepo a partir de hoy
en tus pezones
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