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Marcelo Castro Fonzalida: "la poesía como derecho humano"

Febrero/ Marzo de 2022



¿Cómo empezaste a escribir poesía?


NO recuerdo el momento exacto. Ni el año ni si quiera si fue por querer ser o escribir como algún poeta clásico. Comencé a escribir ensayos. Quería plasmarme con una pluma, ahí sí, como la de Roberto Arlt. Eso sí lo tengo claro, Roberto Arlt siempre fue un norte para mi. Creo que ensayando los ensayos descubrí a la poesía como género y construcción de la vida. Entonces me animé de manera muy tímida a hacerla, vivirla, sentirla, crearla. Entré a ese universo poético para ver la vida desde ahí, militar desde ahí; construir desde ahí, luchar desde ahí. Repito, no sé cuando comencé a escribir poesía, pero si puedo decirte que ahora yo lo pertenezco a ella.

¿Qué poetas estás leyendo? ¿Qué poéticas te interesan? ¿Influyen en tu manera de escribir?


Ahora estoy leyendo a Cesar Vallejo y Juan Solá y Patti Smith. Mientras Roque Dalton me espera en los anaqueles de mi biblioteca para seguir.

Me interesa toda la poética que puede existir. Es para mi regar mi manera de escribir. La poesía social y surrealista me atrae mucho. A veces pienso que escribo desde ahí. La poesía descarnada, como la de Idea Vilariño me penetra y también me interpela para escribir. Por mencionar algunos ejemplos.

¿Cómo ves el panorama poético en Mendoza en cuanto a formación, edición y circulación de libros?


El panorama poético en Mendoza está atomizado. De manera emergente y con mucha perspectiva clara, la creación de la Asamblea de los trabajadrxs de la literatura en esta provincia es un bálsamo a tanta soledad en el oficio. Gracias a muches poetas que están en esos espacios colectivos aparecen talleres y nos enseñan a escribir. La cuestión editorial siempre es un tema aparte y de larga charla, solo diré que las editoriales independientes, que respetan al autor y lo ponen en el lugar que merecen existen. Yo edité mi primer libro con Fractura Ediciones y su equipo es tremendamente respetuoso y profesional. Por eso creo que debemos apostar a esos emprendimientos que por sobre todas las cosas aman la poesía. Como digo siempre, la poesía como derecho humano. Algún día nuestras obras serán ofrecidas en todas las librerías de Mendoza. Para que eso suceda no solo debemos seguir escribiendo. Sino luchando para que la literatura local sea imprescindible para las generaciones que se están atreviendo a pensar en los otres sin que nada les pese.





Presentamos una selección de poemas de Marcelo Castro Fonzalida



Me voy del viernes (a Juan Forn) Vuelvo con tus ojos al lugar de tus citas a las líneas de tus palabras cada historia es siempre una despedida y no soporto este invierno de distancias. Que un día estabas en mi cuerpo otro en la miscelánea de tu universo y sin entender nada de la vida te comprendía a vos. Yo me iré de todos los viernes porque no podré verte en las páginas ni en los jardines de la lengua. Las fantasías de tu oficio me han ganado dejé de vestirme como payaso para creer más en mis palabras hambrientas. Yo me iré de todos los viernes para no bucear en el lodo y aprender sobre maderas, esas con las que se hacen las camas que no te quitan los sueños que te hacen reír. Tal vez pueda leerte un poco más sin descuido ni perdiendo el tiempo en ojos extraños, me iré de los viernes hasta que vuelvas a este mar de silencio. Voy a llorar un cuento voy a llorar un viernes.



El orfebre lunar se acabaron las pastillas se abrió paso el fuego él iba a cenar con la muerte (lo decía en voz alta) sonó el teléfono era el perseguidor llamada en espera el fuego avanzó el aire dulce maduró la noche la luna se hizo trisas inicia todo no el universo no la humanidad no el jazz solo la pregunta ¿quién es usted señor? -gracias por lo de señor váyase a la mierda ¿usted piensa y luego existe? -primero cago, luego escucho Oasis no logro entenderlo ¡usted está loco! -dígame algo distinto la locura es individual por eso hay un mundo de jorges ¿dijo Borges? -eso, dije Diógenes, como usted ¿cuánto opio carga su cuerpo? -el cínico, el cínico del bien se acabaron las pastillas se abrió paso el fuego él iba a cenar con la muerte -la luna estalló en pedazos estaremos confinados a un rompecabezas con lo que ha costado armar esa luna anoche ¿usted es el orfebre lunar? - ¿tengo cara de bufón respingado? sus manos están grises ...mmm... sangre verde cuernos en la cadera pestañas de añil no cabe duda es usted ¿es el orfebre lunar? - ¿siente el sonido de sus huesos? suenan igual que al tambor de mi pistola maldito vicioso, como se atrevió a desmantelarla -a usted le pagan mejor y solo escribe poesías ...de mierda ¿sabe que día es hoy? -mi cumpleaños ¡No! el día de los jorges qué ingrato el día de ellos todos aquí lo saben -tengo un pedazo de luna en mi bolso ¿la quiere? se ablanda con leche usted parece no entender ¿y la luna? -yo las creo, no reparo nada debería hacerse cargo usted ¿por qué yo? -su sombra la destruyó.



Réquiem para el vendedor ambulante Una peregrinación autómata de carne y hueso hace fila para subir al metro. Quieren llegar a sus consuelos, comer algo de aire, lo poco que les queda en sus cestas de mimbre. Esos autómatas son intervenidos en sus caminos por vendedores ambulantes. Vendedores, seres extraños, cuentapropistas que viven triste y caminando. Sus gargantas están gastadas y magulladas por el café barato. Nada les queda a los vendedores, nadie quiere sus innecesarios accesorios. Se regalan, pero con dignidad intacta buscan satisfacernos. En tormentas ellos están bajo el sol también. Si deben vender en el infierno ellos van, solo por unas monedas negras y hediondas. Sus cuerpos son velados por ellos mismos en sus horas de almuerzo. Vendedores de baterías y cine vendedores de sostenes y agujas de zurcir vendedores para los pobres. Unos dulces y mucho calor para los vendedores. Gorras y poca agua en sus cuerpos de cartón. Una vida de gritos y ofertas que siempre llegan al final del transporte público. Nadie recuerda sus caras en la ciudad, marginados de oficio con placer de oficinistas. Réquiem para los hijos de los vendedores ambulantes, hijos que nunca llegarán. Los ambulantes no tienen tiempo para hacer el amor, solo deben vender para comprar más turrones y maní. Mientras el estatuto del obrero se vende barato ellos no saben ni siquiera que significa estatuto. Vendedores de ilusiones, de lapiceras. Las mismas tintas que escriben papeles ya escritos. Que alguien compre más hilos para cocer el corazón del vendedor ambulante. Para que puedan descansar en las siestas de enero y viajar sentados en las butacas reservadas para sus piernas gastadas.


(De: Tinieblas de látex, Fractura Ediciones, 2020)


Tuberías de silencio En las tuberías del silencio solo mi voz habla no dice mucho: que no me preocupe que me vaya sin huir que siempre duele algo que no es bueno saberlo todo Tuberías rugosas de carne mutilada. Nadie ha llegado a mi puerto solo el opio retinal que se empodera del silencio. Las tuberías no cosechan recuerdos solo el ostracismo empildorado de la libertad del mandolín de los días lisérgicos Hay distintos tipos de tuberías pero las sin amor se convierten en cloacas. Las hay de odio las hay de lunas y corchos las hay de brujería y whisky. Una taza de té hebras que atan la sátira de querer pisar el polvo de Marte sin una sonrisa en el bolsillo. ¿Cuántas tuberías tiene el cuerpo? si pudiésemos volar tu be ri as tú, verías.



Marcelo Castro Fonzalida nació en Jáchal, San Juan. Sus estudios iniciales los realizó en ese lugar, hasta que a los 17 años se mudó a Mendoza donde reside actualmente. Es periodista, poeta, militante medioambiental y cultural. También es integrante, como miembro fundador, del Centro Cultural Jáchal La Montaña. Con esa organización ha colaborado en diversos eventos culturales a nivel nacional, como la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, la de Mendoza y San Juan. Participó en la Feria del Libro de Jáchal brindando un taller de poesía. En Noviembre del 2020 disertó en la Feria del Libro de Rawson (San Juan) sobre movimientos poéticos- musicales de latinoamérica. Cursó la carrera de periodismo en el Instituto Fabián Calle de la Universidad de Congreso. Trabajó para diversos medios en Mendoza como MDZ Radio y Diario, Diario y Radio Jornada, Mendoza Opina y Radio Nacional Mendoza. Colaboró para Radio Colón de San Juan y fue columnista de cultura y sociedad en el diario digital Actualidad Jachallera. También es co-fundador de la Red nacional e internacional de residentes jachalleros. Actualmente integra el colectivo poético Indeseables /poesía itinerante. Moderó la entrega del reconocimiento Doctor Honoris Causa al intelectual Atilio Boron en la UNCuyo. Tinieblas de látex es su primer libro de poemas publicado. Su segundo libro está próximo a publicación.

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