top of page
futuroseran

Los poetas de Andalgalá también le dicen: "¡No a la megaminería!"

Desde hace unas semanas el pueblo de Andalgalá en Catamarca está movilizado contra la megaminería. El gobierno del FdT impulsa un proyecto que tiene como objetivo explotar el Aconquija, santuario natural de agua potable. Hubo detenidos y procesados luego de las protestas y eso nacionalizó la defensa de los bienes comunes que el pueblo viene llevando adelante desde hace diez años y que ha logrado impedir que se hagan negocios millonarios a costa de la vida de cientos. La poesía nunca está ausente de las luchas, por eso inauguramos esta nueva sección con una muestra de poetas de Andalgalá. Agradecemos al poeta Daniel Álvarez por la selección.





Presagio


Silencios que aturden,

explotan radiaciones cósmicas

reacciones nucleares, arde el socavón del infierno.

Se expanden los vapores y gases mortíferos,

lluvias rojas de peñascos ardientes y silbantes

con el júbilo de la muerte.

Resplandor de luces malditas se fugan,

acaparando el infinito.

Pedazo de cielo, refulge una y otra vez.

Maldita la noche mansa que no atina a revelarse,

muda, silenciosa, callada… noche cómplice.

Sólo el eco de los lamentos, si, los lamentos.

Lenta agonía de un pueblo que espera en la quietud,

con la mansedumbre ausente,

de los que se entregan a un destino incierto,

con ilusiones vanas de grandeza,

Ínfulas del progreso, solo eso, sueños robados…

¿Quién podría deshacerse el destino fijado?


Genoveva Diamante. Poeta, integrante de Huarmi y del grupo Tantanaku.



Resistencia


Se llevaron a un hombre creador de cajas copleras.

Golpearon a un poeta.

Rompieron la puerta de la casa de un pintor.

Destruyeron cosas de un músico.

¡Encerraron a mujeres!

¿Por qué?

¿Les asusta las manchas de acrílicos en las manos?

¿Les perturba las letras de canciones?

¿Temen a esas jóvenes que luchan?

Hoy, esas manos que escriben, que pintan,

que componen, que crean, piden libertad.

Las voces de las mujeres se escuchan.

Afuera, en todo el pueblo,

todas las manos aplauden

y suena el mismo grito.

Cuando las cajas suenan se oyen los ecos de nuestros ancestros.

Hay banderas argentinas,

hay banderas de la cosmovisión andina.

Del otro lado, con mucho odio gritan

¡Orden!

Nosotros gritamos

¡Libertad!

¡Justicia! ¡Basta de codicia!


Rosa Mariana Rojas. Nació el 10 de agosto de 1979. Profesora de Lengua y literatura. Socia activa del grupo literario Tantanaku.



Obscena opulencia

Al pueblo de Andalgalá y a todos los que en Catamarca sufren la injusticia


La calle donde el mundo suicida la esperanza,

las plazas donde gimen árboles enviudados,

la otra, allá en la Perla,

donde dan vueltas las lágrimas, la rabia,

mientras desde otros valles los pueblos acompañan.

La orilla donde vive sin ropas la miseria,

la opulencia obscena que transita sin alma.

El monte donde mueren de soledad los pájaros

el aire que se turbia y

el agua que se ensucia antes de la garganta,

los animales mansos, los feroces, las aves

que huyen temerosos del ruido y de la nada,

de esa nada que queda, de esa nada que mata;

el oro que se cuela entre los guantes blancos

mientras por cielo y piedras va la muerte que aguarda;

agonía cierta que nos dejan,

cuando parten

satisfechos y avaros.


Rodolfo Lobo Molas. Escritor de San Fernando del Valle de Catamarca. Ha publicado el ensayo Catamarca, ensueño y leyenda a través de la Universidad nacional de Catamarca y el libro de poemas Los pájaros de la lluvia. Dirige la editorial Phaway.



La resistencia


Desde que descubrieron

los negros minerales

que esconde la madre tierra

en sus entrañas

no dejaron sus mascaras

y quisieron comprar al pueblo

con espejitos de colores.


No les importó

que la brutalidad con que extraen

los metales de la tierra

pudrió el aliento sereno de las montañas,

profanaron la virginidad del agua

desterraron al monte originario

del suelo yermo

y entre nosotros

el dolor se volvió arisco.


Aun duele la sed y el hambre,

ver a la tierra machucada

por las cachiporras del poder.


Nada calma a semejante dolor.


Arrojemos piedras desde las lagunas

formadas por los llantos de nuestros antepasados

para ahuyentar a los lobos

que roban y mercantilizan

nuestras riquezas.


No existe oración milagrosa

para que la vida eyacule

sobre esta tierra,

velada por las maquinarias

de las guerras y del cáncer.

Por más que cierren las puertas

no nos entregaremos al oro

porque nuestras raíces

beberán del vino sin cianuro.


Al abrazarnos

seremos tallos acorralando al enemigo

con las fuerzas que nos da la tierra,

y las fibras de las frutas salvadas

nos ayudaran a encontrar

la victoria indomable.

Por el agua

nuestras voces tienen eco

y el horizonte

se funda en los ríos inacabables.


Los puños,

con sus diferentes texturas,

se multiplican conscientemente.

Arrasadores ilegales de sueños,

no jugaremos la última ronda,

no nos detendrán

porque somos protones

venciendo la oscuridad.

Sepan, inquisidores,

somos la resistencia.


Daniel Álvarez. Poeta andalgalense radicado en San Luis. Nació en 1988, es docente y escritor. En poesía publicó Pueblo y rebelión (2013), Vuelo onírico (2015), Pájaros de aguardiente (2017) y La desnudez del oasis (2020). En narrativa Sueños encajonados (2015), La fama de Edward Arparigowsky (2019). Dirige la página web de cultura La tuerca andante. Su blog personal es https:// luisdanielalvarez.blogspot.com/

Comentários


bottom of page