Reseña de Por la cañada del arroyo seco de Laura Martín Osorio
Mayo/Junio 2022
El epígrafe de Adrienne Rich que abre este libro (“Hasta que entre madre e hija, entre mujer y mujer, a través de las generaciones…”), inicia una genealogía, o varias: genealogía de mujeres poetas, genealogía de madres e hijas, genealogía de las historias del silencio. Contame mi historia desde las sombras/ Decime qué dibujo. ¿Cuál es tu racconto, madre? ¿Y cuál el mío, hija? Laura Martín Osorio escribe cada verso como pegando las fotos a un álbum: es un árbol familiar en el que hay dos figuritas repitiéndose, haciendo su propio juego: hija/madre/no-madre/niña mala/espejo/reversos.
“Por la cañada del arroyo seco” es un libro sobre las localizaciones, sobre la orientación, sobre las cosas que nos hacen sentir en casa. Sus quince poemas hablan de los legados familiares ―simbólicos, culturales y hasta el suelo de su carne―, contradictoria permanencia entre pasado y futuro, la herencia que viene de atrás hacia adelante, una promesa del lugar sin tiempo. Un desierto laberíntico donde se pierden quienes se olvidan de que no todxs tienen hijxs, pero todxs tenemos una madre.
La cañada, ese entre de las montañas, o el entre de los dos lados de un río que desapareció; el vacío que se interpone. Esa es la genealogía, el hilo que se encuentra en medio de, que dirige hacia. Este poemario habla con el lenguaje de los mapas. Genealogía y geografía. ¿De dónde vengo? ¿De dónde soy? ¿Hacia dónde seré?
¿Hay algo peor que el agua estancada?, se pregunta la poeta. Llegan entre versos pequeñas revelaciones y cierta entrega a lo que en verdad importa.
Cecilia Magdalena
Foto: Victoria Urquiza
Por la cañada del arroyo seco. Laura Martín Osorio.
Fractura Ediciones, Mendoza 2022.
Comments