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Flor insecta o el devenir de una criatura mutante.


Para escribir acerca de “Flor insecta” tenemos que decir en principio que es el primer libro de la Serie Jardín de Agua de Fractura Ediciones, serie destinada a publicar textos poéticos de mujeres, trans, no binaries, intersex, lesbianas y travestis. Publicación que se hace en medio de un contexto de pandemia de la mano de una editorial mendocina sostenida por mujeres, Melissa Carrasco y Celeste Riartes. Esto desde ya exhala un perfume que despierta los sentidos, como el de los jazmines de lluvia que se enredan en las rejas de una casa e invitan a entrar. Flor insecta, primer poemario de Daniela Bustos, es además un libro bello, entiéndase objeto libro, de diseño amable y cuidado, pequeño, 14x14 cm, de suave color pastel. Aparentemente ingenuo, aparentemente digo, porque ya el título nos anticipa que algo distinto puede suceder.

En sus construcciones arbitrarias y sesgadas de la realidad, el sistema heteropatriarcal/capitalista nos invade con la visión naif de la flor, donde lo hermoso es además inocente, la corola es virgen, no se admiten los tallos podridos, los pétalos marchitos, la corola abierta y salvaje, deseosa de ser libada para luego quizás, devorar a los insectos que seduce. Las flores no han salido ilesas de los discursos normativos, igual que las mujeres.

Flor insecta se presenta en tres partes precedidas por inquietantes ilustraciones de Carolina Oviedo, tres partes que son el devenir de esta criatura mutante: estructura de la flor, polinización y flor insecta. Me gusta pensar este poemario como la rebelión de esa flor/ mujer/ pájara/ reptil que rehúye la clasificación normada y se busca: “y soy pequeña/tanto como el grillo que saltó sobre mis pies/ ahora nos vemos cara a cara”. Muta: “renací de serpientes a lunares/ y volé con ala de pájaros mutilados/ahí me vi/ ave y reptil”. Se admite deseosa: “para producir mieles/ y sobrevolar el encanto de tu bosque”, “tus labios, pico de colibrí/besándome en la flor trompeta de mi boca/ tus brazos madreselvas/ enredadas en el árbol de mi cuerpo”, “la carne transparenta y urge de amar/estrelicias”, pero no escapa a lo doloroso de cada florecimiento: “Un árbol de magnolias muere/ tu nombre se deshace/ tal como lo hacía tu lengua/cada vez que nos besábamos”.

La flor insecta se mira en la última parte “Con una rama me dibujé/hice una cabeza muy grande” y el cuerpo le queda chico, ahora es parte de algo más “hoy vuelves a pintarte/ y el atril/ lo sostenemos las caminantes”.

Bellísimo, el poemario de Daniela Bustos, escritora contemporánea, nacida en General Alvear, artesana, trabajadora popular, invita a impregnarnos en esta flor insecta, cuyo erotismo penetra con sutiles espinas. Se percibe y se siente desde este cuerpo/poema/mutante , la fortaleza de una manera distinta y me recuerda las palabras de G. D. Anderson “El feminismo no se trata de hacer más fuertes a las mujeres. Las mujeres ya son fuertes. Es sobre cambiar la forma en que el mundo percibe esa fuerza.”

Despierta el deseo furioso de que se reproduzcan estas flores insectas, trepen como madreselvas, invadan las paredes del sistema hasta “Que se tiñan los campos de colores violentos” y violetas.


Sandra Flores Ruminot


Flor insecta. Daniela Bustos. Fractura Ediciones, Mendoza 2020.

Corrección: Melissa Carrasco. Diseño de portada y diagramación: Celeste Riartes. Ilustración: Carolina Oviedo.

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