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"Cuando me preguntan si soy poeta, contesto: estoy poeta"

Entrevista a Luis Alfredo Villalba.




Con esa curiosidad que lleva al autodidacta a descubrir cómo funciona lo que alguna vez fue un secreto, Luis Alfredo Villalba fue construyendo a lo largo de su vida el escritor, cineasta, guionista, que es hoy a sus 80 años.

“Siempre fui un lector compulsivo, desde que aprendí a leer, y tuve a mi alrededor muchos lectores”, empezó a describir sus orígenes con la literatura. “Dos tíos míos eran escritores. Uno de ellos, Juan Pintos, era cuentista, ensayista y poeta. El otro, Emilio Villalba, era guionista de cine, traductor y autor de novelas. Era estar todo tiempo leyendo, cuando tenía 10 años tenía fascinación por las películas de cowboys y piratas”, continuó.

Sin embargo, hubo un quiebre en su niñez que lo cambió por completo y fue ese “mal que por bien no venga” que lo llevó a interiorizarse o amigarse con la lectura. “Tuve la suerte de que me enfermé con hepatitis y no podía hacer nada, solo reposo en la cama. Mi papá compraba permanentemente la colección “El Séptimo Círculo” de novelas policiales dirigida por Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges. Me leí decenas de libros de autores clásicos de ese género y de esta manera descubrí la literatura. En la secundaria odié lo que llamaban literatura clásica como “El mío Cid”, me volvía loco. Yo leía policial negro y ciencia ficción. Otra de las influencias fue la revista “Más allá” de ciencia ficción, editada por Héctor Germán Oesterheld. Allí se reunían los mejores autores. Otra fue la revista “Hora Cero” donde el dibujo era muy importante, fundamental, siempre fui muy visual”.


Sus estudios: del fracaso de abogado al poeta

A los 18 años, el padre de Villalba lo envió a estudiar Abogacía a Córdoba, pero allá sucedió algo inesperado: se enamoró perdidamente de una chica. “Pero ella se fue a estudiar cine a Santa Fe y no lo dudé, hice las valijas y me fui con ella. Volvía a Córdoba para rendir alguna materia de derecho para justificar que mi viejo me siguiera mandando plata todos los meses. Es decir, yo llego a estudiar cine siguiendo a una mujer, ella después se fue y yo me quedé con el cine”, relató.

Con el tiempo fue dejando la literatura de lado, pero un concurso de la revista Life en castellano, donde ganó Marco Denevi con “Ceremonia Secreta” en 1960, le despertó de nuevo el interés por la lectura. “Al mismo tiempo, la influencia indescriptible de la película “Los 400 golpes” dirigida por François Truffaut: tenía la necesidad de expresarme pero no me podía expresar como él, tenía esa locura, no me podía expresar. Pero puedo escribir, me dije. Al tener todo este material que me fascinó, me puse a escribir y me salió una poesía: “Oda a Patrice Lumumba”, un activista del Congo que acababan de asesinar en esos tiempos. De pronto comencé a escribir poesía”.


Sus años durante la dictadura cívico-militar: adiós a los amigos y a otro amor

Con la usurpación del poder por parte de los militares, Villalba –que se define socialista libertario- se encontraba dando clases de cooperativismo en la Universidad Nacional de Cuyo. Fue puesto junto con algunos colegas y amigos en las listas negras. Ante la necesidad de expresarse, “nos juntamos con unos amigos e hicimos una revista infantil que iba como suplemento del Diario Mendoza de la cual salieron 150 números. Pero después nos siguieron jodiendo, secuestraron a una de nuestras compañeras, la escenógrafa Liliana Bermúdez, y todos nos rajamos”.

Cultivó grandes amistades, a pesar de la distancia: fue amigo de José Luis Mangeri –editor, fundador de La Rosa Blindada y Libros de tierra firme- y del Tata Cedrón –cantante y compositor de tangos-. “José Luis era del ERP y se tuvo que ir a Méjico; el Tata que era Montonero, se fue a Francia. Éramos tres amigos entrañables que lamentablemente dejamos de vernos por la dictadura”, relató.

“Yo, que era anarquista me refugié con mi hermana, que es monja, en un convento donde estuve guardado un tiempo”. Raquel Moreti, fue una de sus compañeras de vida: “estaba conmigo en un sindicato y la desaparecieron los militares. Hay un poema en el libro Hoteles Baratos que se lo dedico. Tuvieron que pasar muchos años para animarme a escribirle”.

Atrapado por el lenguaje

“A los 15 años me di cuenta que si no creía en el Ratón Pérez o en Papá Noel, no tenía por qué creer en Dios. Eran fantasías, de menor o mayor magnitud. Además, me encontré leyendo a Friedrich Nietzsche quien dice que no nos vamos a liberar de Dios hasta que no nos liberemos de la gramática y yo estaba peleando con la gramática”. Ese fue el comienzo de su relación con el lenguaje que luego lo llevó a escribir ochos libros de poesías, dos novelas, y muchos cuentos para niños.

“Me preguntaba siempre qué me importa de todo eso, y es el lenguaje. Era una trampa, me lo habían ensañado otros, dictando reglas para ser usado, lo que debía decirse y lo que no, la forma correcta. Me di cuenta que tenía cosas que quería expresar y que con ese lenguaje que me obligaban desde la Real Academia Española o en mi casa o en la escuela, no podía. Comencé con Federico García Lorca y su Poeta en Nueva York, o con Walt Whitman y me dije: ‘quiero escribir como ellos’. Por lo tanto me dediqué a absorber todo de ellos y además Olga Orozco, Enrique Molina, Miguel Ángel Asturias, los novelistas de la Generación Maldita”.

A partir de sus indagaciones sobre el lenguaje, Villalba sacó de su vocabulario la palabra “ser”. “Es una metáfora de la verdad, desapareció de mi lenguaje. Cuando me preguntan si soy poeta, contesto: ‘estoy poeta’. Pero estoy poeta y estoy jardinero, amante, militante político, porque es el estar que cambia permanentemente, no hay de dónde agarrarse. Cuando me libero de esto gracias a Nietzsche, me doy cuenta que estamos pedaleando en el vacío. Muchos necesitan de eso que se llaman barreras ontológicas para bancarse que somos mortales y vamos a morir. Entonces inventamos la religión, la filosofía, la ciencia, el arte. De todas estas actividades, la única que zafaba era el arte. Los demás buscaban verdades absolutas”, explicó.

“Yo no soy nada, yo estoy. Vivencia, existencia. Por eso pasé por Sartre y una serie de filósofos que me ayudaron como Carlos Marx, que dice que debajo de la mercancía, está la plusvalía. Con Freud, que dice que debajo de las buenas conciencias está todo el ello haciendo lío. Michel Foucault, Jacques Derrida, grandes cuestionadores del lenguaje. Nada es fuera del texto. Si no pensamos, si no hablamos, no existe nada. Existe en cuanto que podemos ponerle nombre, si no, somos animales”.


La poesía mendocina como mixtura

Continuando la idea, Villalba explicó que “mientras no caigamos en esencialismo, no somos mendocinos, estamos mendocinos. Para mi racimo, viña, pedemonte, jarilla, no son solo nombres, son vivencias”.

Las cosas nos recuerdan que las personas estuvieron”, citó el primer poema de su libro Persona. “Ese es el punto. Cuando hablo, la calle, Guaymallén, no es que Mendoza es el centro del universo. Es el modo que yo he tenido de existir. Es un mestizaje, no hay nada puro ni verdadero, por lo tanto el lenguaje es mestizaje. Cambia todo el tiempo. Hay personas que no han viajado nunca, como por ejemplo gente del desierto de Lavalle que nunca ha salido de ahí. ¿Qué tiene en común esa persona conmigo que me tomaba un tranvía para ir al cine al centro? ¿La viña es mendocina? Si la trajeron los inmigrantes”, afirmó.

Como director y guionista de varias fiestas nacionales de la Vendimia, tiene claro que esta celebración “aparece como la continuación de la fiesta del patrón, que reunía a los trabajadores y les hacía un asado. Entonces, es una institución que reafirma la continuidad burguesa de un sistema de explotación. A pesar de eso, hice la fiesta como director y guionista”.

Creo que no hay una poesía mendocina. Cuando me hablan de Mendoza, es el pedemonte, la roca, la jarilla. Las viñas son cosas que trajeron los inmigrantes. Si vos decís, hay poesía mendocina, te estás poniendo ideológicamente desde un lugar. Estás defendiendo ciertos intereses desde cierto lugar. Cuando yo digo que no hay, también. Salvo como mixtura, hay centenares de poesías mendocinas. Fui amigo de Abelardo Vázquez, pero él se crio en España entonces qué tengo que ver con él. Pero él tenía una experiencia diferente a la mía. Eso tiene que ver con mi posición hacia la vida. Si el poder o la palabra, no es colectivo, es esclavizante, buen ciudadano del orden burgués”.


Conciencia alterada

“Yo diría que es como un estado de caos. Pero ¿en qué consiste?: encontrar relaciones entre las cosas que en un estado de vigilia normal no lo encontrás. Eso para mí es lo poético. Los compartimentos estancos son como una cosa práctica para los bibliotecarios, en la vida cotidiana que es lo único que hay, donde podés estar saltando de un paracaídas o tomar un té con una señora inglesa. Estoy en la vida cotidiana haciendo algo, pero eso no me convierte en eso. Escribo en momentos de desesperación, hay un orden que me quiere aprisionar y escribo para romper eso. Volver al caos, a la confusión que es donde respiro”.


Federico Lemos

Sergio Morán






 

Selección de poemas


De: Persona (1991)


la estufa

Tal vez no fue un paraíso seguramente que no

pero cuando en mi soledad de insecto ahuecado

surge imperioso el deseo de separar precariamente

la negrura de adentro de la negrura de afuera

me refugio en aquella ceremonia distante

cuando mis hermanos y yo nos reuníamos en círculo

de la espaldas al frío y a los peligros de la noche

para mirar a mi vieja que arrodillada y en silencio

encendía sabiamente la estufa de querosén

tibio milagro sobre el que no dudábamos se repetiría siempre

ni el mejor amanecer de los años desbandados

que me separan de la primera vez que el milagro se descompuso

le llega siquiera a los talones

todavía me asombra y me protege aquel fuego

cuyo secreto mecanismo ya he olvidado.

todo está bien

Le recomiendo a los chicos de diez años

que se escapen a la hora de la siesta

la siesta del verano por supuesto

descalzos

con los pies jugarán en las acequias

jugarán con sus amigos

y sentirán la brisa caliente y espesa

el susurro de las hojas en los árboles

el aroma de la savia caliente y espesa

y todo estará bien

todo está bien

con el tiempo

a través de la ventana verán los ojos de los árboles

enviándoles mensajes verdes y será fácil descifrarlos

con la ayuda de la brisa caliente y espesa

y esa gratificante paz

donde las preguntas y las respuestas hacen una tregua

a la hora de la siesta.


De: La muchacha del café (1996)


Muertes

Cuando yo era joven me moría a cada rato.

Muerto delante de todos, muerto en una camilla

donde los médicos me miraban con risitas;

muerto en el cumpleaños de una tía

muerto en el jardín del fondo

la noche en el que el primer sputnik

surcaba el cielo sobre mi cabeza;

muerto de vergüenza, muerto de miedo, muerto de tristeza

de taquicardias y agonías que sólo los jóvenes frecuentan.

Los años moderaron a la muerte

le quitaron simpatías, marcos pertinentes

y esa flacura que se paseaba en el tranvía

en las canchas de fútbol

o en las páginas de los libros

inquietantes como la muerte misma.

Los años moderan a la muerte

y a duras penas, apenas, se permite vestirse, desvestirse

y apenas así recuperar su desteñido prestigio

en ciertas anécdotas que de todas maneras

pueden ser sólo un error

o una mentira.

Sonata

En el primer movimiento

hicimos todo lo posible por huir de la infancia.

En el segundo

hicimos todo lo posible por recuperarla.

En el tercero

otros se encargarán de imaginarnos

con rechazos o con amor o con dudas jamás resueltas

cuando nosotros ya no tengamos nada que ver.


De: Hoteles baratos (1999)

Córdoba

I

De pie frente al micrófono

un mechón partiendo el ojo izquierdo por el medio

tenías esa manera tan especial de nombrar al corazón.

Tu cuerpo siempre a contramano del vestido

de lo que indica la ortodoxia

de tal modo que se hacían inevitables

los roces inorgánicos de la tela con tu piel,

todos esperábamos el momento

en que el tango llegara a la palabra corazón.

Alzabas tu mano derecha y cóncava como buscando una respuesta

y la posabas sobre tu pecho izquierdo y convexo,

lo recorrías hacia abajo

olvidando el índice en el lugar imaginado del pezón

y entonces

mientras el aire se replegaba como un vendaval

volcabas hacia nosotros tu mano tu índice tu pecho

y el corazón.

Mendoza

VII

El salario no me lo pagan los burgueses decía Raquel o incendiaba

Se paseaba a grandes zancadas por la plaza central.

No me pagan esos y volvía otra vez sobre sus pasos.

Al pasar de los años su ausencia se notó más que otras.

De su pecho brotaban sus pechos y eran gritos, caricias, voluntad más que otras.

No hay ecos en la plaza central donde se libraron batallas olvidadas.

En la plaza central crece una hierba desabrida y sin truenos.


De: Fotogramas (2015)


23

La teoría heliocéntrica no es una teoría, es un hecho:

los planetas giran alrededor del Sol.

La teoría de la evolución no es una teoría, es un hecho:

el hombre desciende de la sopa orgánica.

La teoría de la plusvalía no es una teoría, es un hecho:

el capitalismo es un robo.

38

Digo una palabra dócil, domesticada, mansa, de toda la vida,

-por ejemplo fruta, asesino o mantel-

y recién caigo que hasta ahora

he hablado un idioma desconocido.

69

De a poco, decíamos,

Y de a poco reunimos los heridos,

Juntamos las tropas dispersas.

Nos acurrucamos espalda contra espalda.


De: Aguas vivas (2018)

El rocío y la sed

Nahuel corre ladera abajo

para que las balas no lo alcancen.

Desearíamos ayudarlo,

pero nos dicen que ya es tarde,

que las balas lo allanaron por la espalda

y le talaron las tripas,

se fue en sangre,

se murió.

Los ladrones de cuerpos escupen

el plomo avaro otra vez.

Ávidos, rapaces, glotones,

celebran esa muerte joven en los garitos de la city.

Una muerte que protege sus haciendas

de tanto pobre suelto, de tanto indio pobre.

Otra vez nos toca vivir en tiempos sombríos,

en tiempos donde la prudencia del avestruz

endurece el corazón.

Más vale que nos apresuremos a sacar fuerzas

de alguna parte ¡de la tierra sino de dónde!

antes de que las balas sigan derribando

los sueños por la espalda.

Una gota de rocío es un objeto político.

Y una gota de sed.


Luis Alfredo Villalba nació en Mendoza en 1939. Publicó novelas, cuentos para niños y libros de poesía. Escribió y dirigió Fiestas de la Vendimia, guiones de cortometrajes de ficción, guiones y montaje de largometrajes experimentales. Es docente de cine, en guión, taller de escritura y estilos cinematográficos. En poesía publicó: Justificación de la Piedra, Poemas, A pesar de mí mismo, Persona, La muchacha del café, Hoteles baratos, Fotogramas y Aguas vivas. Se identifica con el socialismo libertario.

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