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futuroseran

Bajarse del podio de la poesía

Entrevista a Débora Benacot.


En una casa repleta de libros y papeles de una madre profesora de Letras y poeta sumado a un padre ingeniero eléctrico amante de la literatura, se fue gestando una poeta mendocina que no se encasilla en rótulos pero usa la palabra como vehículo.

Débora Benacot se encuentra desde hace tres años en California, Estado Unidos, y desde allá contó a Futuros eran los de antes qué la llevó a dedicarse a las letras. El clima intelectual de su casa y su infancia siempre tuvo que ver con el arte. “Mi tío paterno era violinista, mi mamá iba a una sociedad de ciencias, artes y letras donde se hacían tertulias literarias y me llevaba de chiquita. Siempre tuve la suerte de estar muy motivada e incentivada por lo artístico, íbamos una vez por mes a ver una obra de teatro por ejemplo”, comenzó su relato.

La pasión de sus padres ayudó para que la poesía surgiera como algo natural. Así fue que cuando era muy pequeña le dictaba “poemas locos” a su madre que era su referente, aunque no quería parecerse a ella. “Lo hacía porque me gustaba, siempre me decían, ‘como tu mamá’. Era lo que habíamos aprendido como un gusto compartido. Mi mamá dictaba un taller para niños y yo iba. Durante la primaria y secundaria escribía diarios íntimos y no se me cruzaba escribir poesía. Después empecé a hacer cosas tímidamente y no las mostraba”, relató.

Luego, en la facultad le dijeron claramente que si quería escribir que no estudiara Letras. En ese momento no tuvo dudas porque estaba segura de que quería ser profesora pero terminó la carrera y no quiso dedicarse a dar clases. “Hacía años me había presentado en la beca Calle y perdí. Luego en el secundario me presenté a algún concurso y gané. Ahí comencé a decir ‘a lo mejor puede ser’. Pero estuve muchos años dedicada a la facultad”.

Entre el 2004 y 2006 la empezaron a invitar a ciclos de lectura. Recuerda una muestra en el Museo de Arte Moderno de Mendoza donde preparaba un mini espectáculo que tenía coherencia con los textos. “Lo trataba de hacer visual y artísticamente atractivo”, contó y agregó que ya en esa época tenía “libritos” y poemas más armados. Participó de concursos, el Vendimia por ejemplo, pero no eran seleccionados. La revista Serendipia fue donde publicaron por primera vez sus textos. En el 2009 sus poemas aparecieron en tres antologías: “Lo tomé como señales de que no me podía hacer la que no escribía”.


Débora describe su trabajo creativo como un proceso caótico. “Es caótico y de a puchitos. Siempre ando con papeles y libretitas. Por ejemplo, en una anoté ‘los hospitales y los aeropuertos se parecen’, ese verso, nada más. Fue en el hospital el día que mi tío estaba agonizando. Ese poema después estuvo en Pirsin. Me enamoro de una palabra, conceptos y luego los trabajo. Me enamoro de una palabra o un concepto que se llaman como imanes. Tengo catalizadores, algún evento, que me ayudan. El proceso es siempre a mano, analógico. Luego lo imprimo, lo reviso. Es un proceso por capas, volvés y volvés. Lo dejás un tiempo y se ve de nuevo”.

“Los primeros poemas que escribí salieron más sueltos e inconexos, después los uní bajo una temática para presentarlos. Pero en general me gusta trabajar con una línea”.


Sobre su primer libro publicado, Ácaros al sol (2011), Débora contó que “son como cinco libros en uno porque tenía esas obras más pequeñas que había presentado a concursos y que no habían ganado. Ya había trabajado en esos textos y quería publicarlos. Las secciones son como libritos pequeños y en la última parte que se llama Ácaros sueltos no hay un hilo conductor. “Me divierte, entretiene, entusiasma, organizar un libro rondando un mismo concepto. Es un desafío no repetirse”, describió.

En el caso de Pirsin (2012) también fue presentado para el concurso literario Vendimia. “Mi tío me apoyaba mucho y me lo puse como objetivo, como un homenaje a él. Soy hija del rigor, al tener una fecha límite me ayuda y en poco tiempo lo hice y así surgió Pirsin”. El evento de mi tío me dio el empujón que necesitaba”, afirmó.

En el 2015, el fallecimiento de su padre también la marcó. “En tres años nos pasó de todo en la familia. Fallecieron mis tíos y mi papá. Una racha muy terrible”. Por eso en el 2017 tuvo la idea de escribirle un libro a su padre como homenaje. Como él era aficionado a la fotografía, hizo poemas a partir de fotos. “En las fotos que tengo de mi vida él está del otro lado y ahora lo tengo del otro lado verdaderamente. Ver esas fotos es verlo a él a pesar de que no se vea. Hubo una voluntad de armar los poemas a partir de ahí”.


El concepto de las generaciones de poetas no le atrae y asegura que nunca se ha arrimado a la poesía porque la escriba alguien joven o no, sea de su ciudad o no. “Sí tengo grandes contemporáneos que son amigos poetas. Es muy bueno sentir que estás con otras personas y cada uno está haciendo su propio camino y proceso. Admiro a Eliana Drajer, a Eugenia Segura. Están mis amigos del este Hernán Schillagi, Fernando Toledo, Sergio Pereyra, Cecilia Restiffo. No me gusta eso de encasillar o que se me encasille. Me siento muy cerca también de Juan López, de Dionisio Salas Astorga, ellos me apoyaron mucho. Siento resonancias con lo que ellos escriben…con Rubén Valle, Patricia Rodón, todos los de las Malas Lenguas. Pero huyo de todos los tecnicismos. Si ese poema me dice, me habla, bienvenido, no importa de quién venga. No me pongo a ver cuántos años tiene. Las cosas han cambiado”.

“Todo el tiempo se está escribiendo y la ventaja de las redes sociales ayuda y me encanta que haya muchas voces. Que se le pierda el respeto, que nos bajemos del banquito del podio de la poesía, de la declamación y si jugamos a decirlo de una manera impostada que sea a propósito, con un efecto”.


El rol de los certámenes y concursos juegan un papel determinante y Benacot lo vive así: “Los concursos te obligan a que los poemas tengan coherencia, una pulida, a revisar y a leer como si fueras otra persona, muchas veces estás apegado a lo que hacés y lo largás para que un tercero lo juzgue. Todos los poemas que perdieron me permitieron que luego los arreglara. Hay que presentarse, tanto si ganás o si perdés. El premio es haber escrito. Ganar no es llegar a ningún lado, es una palmadita, no hay que depender de eso y cuando viene, viene bien”.


A pesar de estar a miles de kilómetros de distancia de su tierra natal, Débora asegura que uno “se lleva a sí mismo adonde vaya, no te escapás de nada”. “Fue raro pero he podido participar de actividades literarias donde pedían poemas en inglés. También estoy en una antología de poetas de la bahía”. Pero todo tiene su porqué, ya que en 2015 pasó algo muy particular en Mendoza. Salió el número de una revista española llamada “Alambique” donde participaron 6 mendocinos, y ella fue una de participantes. “Una poeta de Estados Unidos, Margaret Young, los leyó y le gustaron. Fue a Mendoza y me planteó que le interesaba traducir mis poemas. Ella empezó a moverse y abrir caminos. Pero voy a ser yo en todos lados. No hay escapatoria. De esa no me salvo”.

Débora Benacot es una poeta que ha ganado peso cultivando temas como el dolor de las pérdidas y que celebra las cosas que requieren tiempo, como dice en un poema de la esperatriz (2018). La ausencia de toda pose en su voz y en lo que cuenta, su respeto por el trabajo de otros es algo necesario en momentos donde tender lazos, en este caso desde la poesía, es una necesidad cada vez más real.


Federico Lemos

Sergio Morán.


Selección de poemas


De: Ácaros al sol (2011)


“even lovers drown”.

W.B. Yeats


También resbalarás

como los otros

para lamer

el veneno

mohoso y sedentario

de la angustia

vas a sufrir

pero no ahora

no donde pueda verte

tan lejos que me impida disfrutarlo

yo sé que será así

-siempre sucede -

tardía tos, mi risa

-aplauso a contratiempo -

la arpía rencorosa que hay en mí

nunca festeja.





A Punky

De repente: desnudos y en la nieve.


Ella tenía

todas las llaves de la casa

el margen de los días

las roldanas del tiempo

los besos indelebles

entonces, lo fatal

la bofetada

Dios y su alzheimer

quitando un nombre equivocado de la agenda

quisiera barnizarte algún recuerdo

y así

poder pasearlo en los bolsillos

tener siempre a la mano

roer como manzana

sin embargo

nunca alcanzan los bálsamos

las buenas intenciones

es la muerte

el único presagio

que se cumple

en todos los horóscopos

y las ausencias, cucharón de espinas

revolviendo el alma,

hasta que espese.


De: Pirsin (2012)


La tribu te dejó

en veremos

con la espina de pez cruzando el labio


creciste en una noche

toda la ferocidad del golpe

y ahora ya sos grande


para qué

si te dejaron

adulto

solitario

los miedos en ayunas

en medio de la jungla.





No hay apuro en sangrar, pero lo hacemos

como desovillando un río que amanece

por dentro


No queda más

que escoger el sitio

donde empollará

el dolor

buscar el rincón

y dejar que tropiece

por última vez

en los pulmones

el aire.





De: En las fotos todavía corre el viento (2017)



Un copo

que no es igual

a ningún otro.

Esa estampa inmarcesible

regocijo de criatura

en el asombro

ver así de cerca

lo blanco

para siempre.

Una foto

única

donde todavía

cae la nieve.



Daddy issues

El problema, pequeña,

es encontrar otro ingeniero

sensible

con quien bailar un tango en mitad de la fiebre

o el vals

de tus quince años.


Han vaciado

de un tajo la luz

y la vela se ha

rendido.


Sólo queda

jugar con el humo

abrazar fantasmas

mientras pasan.

Ir a tientas por la casa

chocando las ganas

contra paredes

que levanta

el silencio.


Parece complejo

pero es simple, Electra.


Lo complicado

es la ausencia.





De: la esperatriz (2018)


midnight cowgirl

Everybody´s talking


Y a quién le importa si todo es una gran mentira

si habitás

eternamente el intervalo

no volvés de la tanda

y ya nunca sabés como termina

la película


si tu viaje es de segunda

no incluye refrigerio

y jamás ganás

el bingo triste que ejecuta

el asistente de abordo


si tu vida es apenas

una parodia

de la vida que no te animaste


tu amor un cover del amor

mal tocado

en ukelele.


Prendo la hornalla

pongo la yerba en el mate

mientras espero que el agua

empiece a temblar


Me gustan las cosas

que requieren tiempo, paciencia

y fuego


son demasiados los atajos

de la vida posmoderna

y ya cansa un poco lo instantáneo.


Es casi una declaración de principios:

no tengo pava eléctrica


elijo no tenerla.



De: Umami (inédito, en progreso)


Pino cuenta en un audio

cómo comían

en el pueblo las tortitas negras

ensanguchadas.


Era un truco que le habían enseñado

otros chicos, todavía más pobres

y más sabios en eso de conservar

a toda costa

los cristales preciosos

del azúcar


oscuro tesoro del deleite

la necesidad tiene

mañas

para minar su amargura.








Metáfora


Bonita ella

en su bote

sola en mitad

de la correntada quieta


su río es

dulce de leche

repostero

y en las manos,

dos vainillas tiernas


tiene los brazos fuertes

bonita

de catástrofes más raras

ha salido

en dolores más espesos

ha remado.





Esto es lo mejor

que comí en mi vida”,

dice el hijo a cada uno

de los platos que preparo.


No es que yo sea tan buena

cocinando

es él el ser del paladar

extraordinario.


Quisiera para mí ese presente

la entrega de abrazar lo que hay

como si no hubiera

bocado mejor

en el futuro


poder

saborear cada momento

que ha sido concedido

saberme afortunada

así de satisfecha.




Ceremonia

a Melisa



Basta apenas

con tomar de la alacena

esa taza

la que tiene mariposas y diseño ergonómico

la que me regalaste

cuando me fui de casa.


Un blend de hierbas y especias que hablan

el idioma de otro otoño

canela, jengibre, hibiscus

manzana, manzanilla, achicoria tostada

y cascaritas de naranja.


La bolsa se sumerge

no tiene un hilo para el rescate

después de ahogar los ingredientes

el tiempo necesario

hay que pescar del fondo del líquido

al mártir


junto las manos

alrededor de la cerámica

como si fuera un abrazo

capaz de abrigar tanta distancia

ardiendo


el aroma es cítrico

el sabor es punzante

el color es el rojo

feroz de tu pelo

a veces.





Finger food


*

(Sos) más rápida

que la comida

(chatarra).




**

Quien avisa no traiciona


Tus antojos son

como los Gremlins:


Nunca los alimentes

después

de la medianoche.



***

Fuera de su país de origen,

toda comida es

exótica.


Débora Benacot nació en Mendoza en 1976. Publicó ácaros al sol (fundíbulo ediciones, 2011), Pirsin (Premio Vendimia de poesía, Ediciones culturales de Mendoza, 2012), En las fotos todavía corre el viento (fundíbulo ediciones, 2017), la esperatriz (elandamio ediciones, 2018) (poesía) y Escrito en un grano de arroz (fundíbulo ediciones, 2014) (microficciones).








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