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futuroseran

Boca que se abre para decir y se cierra para besar

-Apuntes de lectura de “Colores Primarios” de Patricia Rodón-



Febrero/ Marzo de 2022


Melissa Carrasco




Los colores primarios en este poemario se definen por la presencia o ausencia de luz y por estallidos de sangre. Primero fue la hoja en blanco más envolvente, la dermis, la que se dispuso a recibir la tinta; luego apareció la sangre, la roja explosión que hidrató los cuerpos; y por último, el cuarto negro donde instalar el proyector de la memoria, entonces desatar el cuerpo de otros cuerpos para regresar a la singularidad sola.


BLANCO

El cuerpo es un lienzo donde se estampa el lenguaje, también una vasija para completar de licores y otros azúcares. El contacto amoroso es un método de anular las reglas idiomáticas: “cada beso es una palabra quemada en la hoguera/ de los grandes diccionarios”.

Las puntas tienden a escribir y la curva a abrirse como carretera bordeando el pico de la montaña.

La sexualidad es terreno de triunfo sobre la patria. Se arma un recorrido de los libros al mar, del mar a la caverna, de la caverna a la otra caverna, tibia, del cuerpo.



El poeta amante “trabaja para la posteridad aunque lo niegue”. Puede representar desde su personaje a quienes escribimos, cuidamos y maceramos los textos, justificadxs en la urgencia de contener al mundo, que nos ignora. El metatexto se pregunta por su raza, por el patetismo y luminosidad de los seres que escriben. Indaga en la huella de un cuerpo en otro, como el paso de la tormenta sobre la tierra o las flores inmortalizadas entre dos páginas de un libro.

El recorrido sensorial-emocional va desde el deseo hacia la prensa de los cuerpos, luego viene la desesperación, entonces la obsesión por la cercanía o la distancia.

Se plantea el ejercicio del amor como algo intrínsecamente literario, cruzada o excursión didáctica de las formas de la palabra. El ejercicio del amor como exorcismo de los límites, del miedo a los ‘malos usos’ de la lengua, un empuje hacia el riesgo, hacia la pérdida de la dignidad o la mesura o la contención que nos viste. Y enamorarse de un escritor, la crudeza del mismo abismo, montañismo sin cuerda, goce y dolor del goce.

¿Cuántos besos caben en una vida?

Hay nostalgia por esa boca que fuimos para ese beso, por el beso que resignificamos junto a otrx: “cientos de besos que se fueron alejando de mí/ como la orilla de la costa”.

El poema se escribe con el cuerpo. Está el poema que escribe unx en el cuerpo de otrx, está el poema que otrx escribe en el cuerpo de unx, y está el poema que queda al centro, en ese espacio de aire entre la turgencia, como boca que se abre para decir y se cierra para besar.


ROJO

Rojo es el cliché de la pasión, como todo cliché, una suma de generalizaciones bastante eficaz. Tiene la oscuridad sanguinolenta de lo prostibulario, sabor a noche y labial corrido.

El recorrido del amor es táctil, sonoro y plenamente visual. Las escenas se recrean sufridamente, desde otro tiempo, otras manos. Se sueña con el amor intacto de otrx, como un fósil que traspasa los siglos, un insecto que llega entero en ámbar viajando de la historia al hoy.


NEGRO

Todo oscurece cuando luego del lienzo y la escritura, luego de la sangre y su estallido, viene la memoria a insistir, con un nombre, una esperanza, perdida desde su nacimiento. Una guitarra, una risa, se desempolvan para recordar más y mejor, para sufrir bien. Porque lo que empezó como un juego terminó como se acaba la fiesta, con esa gravedad. Sí, nos hemos quedado solxs, tal vez porque enamorarse era perder. Era serio el deseo, y no siempre deseamos su seriedad.

Esta puede ser la única vez que ponga por escrito/ nuestro alfabeto doloroso un manual para ciegos”. Quizá escribir sea un modo de revivir muertos, limpiar su esqueleto y devolverlo perfumado a la tierra, a su país.

La hoguera del tiempo propone un regreso al yo, a la mujer con todas sus mujeres y todos los personajes que gozó para sí o se inventó, la mujer que se despoja de otrxs para correr más rápido del principio del daño, para despejar el paisaje, mirarse elemental y suficiente.



Melissa Carrasco nació en Santiago de Chile en 1987. Es poeta, Profesora en Lengua y Literatura. Publicó Las Plantas (2016, edición de autorx), La teta negada (2019, Ediciones Culturales de Mendoza , y 2020, por Fractura Ediciones), La última cena de los desempleados (Histeria Editorial, 2020). Dicta "Taller de Poesía y Edición" y "Taller: el erotismo en la literatura escrita por mujeres", este último junto a Sandra Flores Ruminot. Trabaja en el movimiento cultural "Indeseables/Poesía Itinerante" y es editora en Fractura Ediciones, editorial independiente. Participa de "Colectiva PAP" y es parte de la organización del "Contrafestival Internacional de literatura y otras artes". Recibió mención honorífica en el Certamen Vendimia de Poesía de Mendoza 2018 y Beca Formadores de FNA 2019 y 2021 por dos talleres que facilita.







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