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Andrea Marone: "creo en lecturas arborescentes"

Edición extra de esta sección dedicada a las premiadas en el Certamen Vendimia



¿Cómo empezaste a escribir poesía?


Una vez, en un taller en la Universidad Nacional de las Artes que coordinaba Julián López estábamos presentándonos con nuestrxs compañerxs y muchos coincidimos en que durante el tercer grado de la primaria escribimos los primeros textos. La seño Laura (ojalá la memoria me permitiera recordar su apellido), respetando algún programa de estudio de los noventa, nos hizo escribir cuentos, editarlos, presentarlos en una feria de ciencias. Ese es mi primer recuerdo de escritura, ahora bien, creo que la poesía se me presenta más como un vehículo de poner en palabras a la oralidad, un nexo con cierta musicalidad, un ritmo interno, que leí por primera vez en las canciones de María Elena Walsh y se extendió como afición a recortar fragmentos de diario con letras de bandas de rock nacional cuando tenía 15 años. Realmente no puedo recordar la primera vez que escribí un poema, sí recuerdo una experiencia de escritura de prosa poética durante los últimos años de la secundaria, había tenido un encuentro visceral con uno de esos amores que mejor olvidar y escribí un texto medio surrealista que ganó un concurso del colegio. Después, pasaron cosas, conocí gente, empecé a leer a Pizarnik y a Girondo.


¿Qué poetas estás leyendo? ¿Qué poéticas te interesan? ¿Influyen en tu manera de escribir?


Los últimos dos libros de poesía que leí son “Detente instante eres tan bello” de Cristina Peri Rossi y “La ley tu ley” de Juana Bignozzi. La curiosidad me llevó hasta “Noche fiel y virtuosa” de Louise Glück (Nobel de poesía) en la edición bilingüe de Visor, que tiene una traducción un poco preparada para el lector español, pero que al menos te da una idea de la potencia de Glück. También estoy asistiendo a un taller de poesía que organiza el colectivo bonaerense “Más poesía” dictado por Karina Ardizzone y María Florka. Hemos leído, por ejemplo, a Watanabe, que me parece fundamental, tengo “Animal de Invierno” editado por Bajo La Luna, y sus poemas han sido no solo una experiencia enriquecedora sino que me alfabetiza a través de la palabra, en ese descubrir distintas formas de nombrar. Compré hace unas semanas un libro de una poeta contemporánea que me gustó mucho, “Punto de Encuentro” de Malu Kruk, que editó Peces de Ciudad. He estado escuchando las lecturas en vivo de Poesía Dominguera que coordina Pedro Santos de Luca. Ayer, con una amiga estábamos recordando fragmentariamente a Patricia Rodón, Idea Vilariño, Emily Dickinson. En definitiva, creo en esas lecturas arborescentes que, cuando uno hace de la palabra un modo de vida, se van concatenando y repercuten con toda su diversidad en la escritura. Entiendo que los modos de leer mediados por los dispositivos tecnológicos se ven modificados, un poco me siento en medio de esa vorágine de estímulos con los que estoy aprendiendo a lidiar. Me interesa, también, la poética de las letras de las canciones de los traperos contemporáneos desde C Tangana y Rosalía hasta Cazzu o María Becerra. Creo que tienen un ritmo muy copado y que está bueno poder trabajar con esa musicalidad para poder resignificar un poco las escrituras. La primera vez que me di cuenta de que había en la escritura contemporánea mucho potencial lírico fue en una charla con un amigo, que me dijo, fíjate este verso de Daddy Yankee en Diva Virtual “la cima de un beso en un rincón suicida”, maravilloso.


¿Cómo ves el panorama poético en Mendoza en cuanto a formación, edición y circulación de libros?


Bueno, yo emigré a Buenos Aires para poder tener una formación un poco más sólida como escritora, antes estudiaba Licenciatura en Letras de la UnCuyo, no se leía demasiada poesía, muchos fans de Mario Benedetti, que todo bien, pero es un bajón. Igual, había materias que eran excepciones, todavía me acuerdo de las clases sobre García Lorca de Literatura Española 3. No quiero generalizar, pero a nivel alfabetización poética, deja bastante que desear la carrera. En cambio, en Buenos Aires hay una dinámica de talleres, clínicas de obra y espacios de lecturas que permiten que la juventud acceda al material “vanguardista” con mucho menos desfasaje temporal. No puedo dejar de nombrar el privilegio que tenemos los estudiantes de la carrera pública “Artes de la escritura” de cursar Poesía Universal con Arturo Carrera y Gerardo Jorge.

Por otro lado, creo que otro de los grandes problemas de lxs escritorxs mendocinos es que tenemos prácticamente ningún espacio en donde publicar nuestros libros, poco acceso a becas. Me encanta el formato fanzine, de hecho, tengo un emprendimiento de fanzines. Sin embargo, para que un libro circule es necesario presentarlo en librerías y con una editorial que haga una curaduría del material, una corrección. Ahora recién (después de una vida activa literaria y de escritura y lectura desde los 16 años) voy a poder publicar mi primer libro “Arterias” con Ediciones Culturales porque recibí el premio vendimia. Con la consciencia de lo que implica el formato libro, la hilación entre los poemas, la unidad; consciencia que vine a tomar después de varios talleres en la Universidad Nacional de las Artes.

Finalmente, no puedo dejar de mencionar que a nivel producción y de escrituras locales, hay algo en los ritmos, en los temas, en las propuestas de lxs escritorxs mendocinxs que me encanta. Creo que hay muchísima potencia en la juventud, creo que hay muchísima potencia en las generaciones que nos preceden. Falta la circulación, pero la materia poética, el trabajo con el lenguaje, está y es de un gran valor por su originalidad.





Presentamos tres poemas inéditos de Andrea Marone:



*


Un cardumen de pájaros arrabaleros en las puertas de salida

del edificio prendiéndose fuego

fuego lapislázuli gema engarzada ciento cincuenta palomas

giran en círculos dejan caer

sus plumas sucias al cemento

en la ventana estoy yo

sin ninguna aspiración de huida

estas alas de gorrión carbonizadas

agitan el sueño como se agitan las cortinas

con el viento en una casa frente al mar


la imagen es la cornisa


paso la vida buscando la emancipación de este vértigo

una razón que justifique el abismo

persiguiéndole el rastro al amor propio

una concavidad en donde guardarme de la intemperie


siento miedo del resultado de los análisis

de mi desinterés al precio de los bitcoins

los perros vagabundos me contagian las pulgas

y las plegarias de los homeless me hacen daño

como sentimos picazón cuando se entierra

una espina de cactus entre los dedos

pero más urbano


todo lo que alergia se soluciona con agua

por eso construía diques entre tu cuerpo y mi cuerpo

donde sumergir la única calma posible

y hacer de ese incendio una llama donde guardarnos

de la inminente caída.


*


Alimento animales hambrientos con la carne de mis muslos

no hablen de la orfandad como miasma psíquico

alquimia de la pertenencia

al momento de clavar los colmillos olvidan la fragilidad de su pasado

la condición de fibra quebradiza

en el ovillo de tiempo, hilvana las circunstancias

y la presión se ejerce sobre la carne

me despedaza las piernas, arranca las fibras

se sacan los tendones de las encías

relamiéndose de dulzura


hice un nudo herrero

con estos cabellos que crecen desparramados como muecas

pasa el día por el ventanal

yo reposo frente a la vibración de la pantalla

los ojos de tanto scrollear se volvieron lívidos

impermeables a la luz se me despegaron del cuerpo

yo deseo

caminar por las calles de alguna ciudad, la que sea

con la juventud peinándome las pestañas.


*


La velocidad mastica el pavimento

esquina de vodka y alquitrán

amargo como el primer trago de la adolescencia

que busca la fiebre de la embriaguez para animarse

a la lengua materna contagiándote

ampollas en la garganta contra la pared del boliche

las marcas de las gomas en el cemento

son una huella digital tatuada

dejan abiertos surcos limpios

por cada moto que zigzaguea

en el momento justo de cruzar

un cuerpo despedazado, volando por

los aires de muerte súbita

recuerdo firme patente

la muerte que no tuve

unos segundos nos separan de la tragedia

de todas las tragedias que nos rozan el codo

vamos a escribir tu epitafio

con birome en un cartel de cartón

hacerle un altar a San la Muerte

donde las brujas se escabian el whisky

se fuman los puchos la ofrenda pagana

como esa vez que fui a encallar entre las rocas

y dando un salto mortal

casi hundí el cráneo en las salientes

pedregosas de la orilla

el peligro, pulsión que no descansa

se toma el atrevimiento de arengarte

contra las esquinas

pero cuánto puede un cuerpo

protegerse del galope cotidiano


nos estamos muriendo todo el tiempo

en dimensiones paralelas.





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