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Apuntes sobre el autor como productor


Mayo/ Junio de 2022



El discurso de Guillermo Saccomanno en la Feria del Libro generó repercusiones y todavía da tela para cortar. Es que dejó planteadas varias preguntas incómodas, en especial para editores y escritores que es posible ubicar en el espacio del progresismo. Saccomanno trazó un mapa que comenzó con la industria del papel, siguió con el pago del trabajo intelectual, se preguntó por la relación entre libros y pobreza creciente, el fomento de la lectura en la escuela. Todas cuestiones que podrían ser contenidas en una cita de su discurso: Decir Feria implica decir comercio. Esta es una Feria de la industria, y no de la cultura aunque la misma se adjudique este rol. En todo caso, es representativa de una manera de entender la cultura como comercio en la que el autor, que es el actor principal del libro, como creador, cobra apenas el 10% del precio de tapa de un ejemplar. En esta Feria se han escuchado y se siguen escuchando discursos bien intencionados acerca de la función del libro, de su trascendencia, su empleo como objeto tanto de placer como de herramienta educativa. En fin, discursos que pronto habrán de ser olvidados. Muchos le achacaron que no decía nada nuevo, otros, por derecha, lo atacaron por su falta de rigor en los argumentos. Sin embargo, es evidente que trató de, en parte, sacudir el sentido común y lo que es convencional, naturalizado, en este sector de la cultura. Eso es muy valioso. Y trajo a colación una cita del crítico marxista Terry Eagleton (la teoría literaria es, ni más ni menos, que teoría política) que nos interesa para profundizar algunos aspectos que salen a la superficie en este momento en que la cultura también está en lucha.


El autor como productor


En su libro Marxismo y crítica literaria, Terry Eagleton rescata las ideas de algunos autores marxistas que es importante refrescar para tratar de encontrar posiciones políticas correctas y que ayuden a enfocar mejor el tema. En primer lugar, la idea de Walter Benjamin del autor como productor opuesto a la de creador individual. Dice Eagleton que la literatura, además de todos los sentidos que se le pueden adjudicar, es una industria. Los libros son mercancías producidas por editoriales para ser vendidas en el mercado. Para precisar, podemos decir que el artista utiliza las técnicas de su arte para transformar los materiales del lenguaje y la experiencia en un determinado producto. Por lo tanto, los escritores no son sólo vehículo de estructuras mentales sino trabajadores contratados por editoriales. El hecho que sea una forma de producción social suele quedar olvidado y en consecuencia el estudio de la literatura queda restringido.






Fuerzas productivas artísticas


En ese sentido, a Walter Benjamin no le interesa tanto la pregunta acerca de cuál es la posición de una obra literaria con respecto a las relaciones de producción de su época sino cuál es la relación de la obra dentro de las relaciones de producción de su época. El arte depende de determinadas técnicas, en el caso de la literatura, entre otras, de publicación. Esas técnicas tienen que ver con un conjunto de relaciones sociales entre el productor artístico y el público. El autor no puede contentarse con las fuerzas de producción artísticas existentes, sino que tiene que desarrollarlas, empujar los límites de las relaciones sociales entre el artista y su público y romper así la lógica de propiedad privada de fuerzas artísticas que en potencia están disponibles para todos. Dice Eagleton: el “compromiso” es algo más que presentar una obra con la opinión política correcta; más bien se revela en cuan lejos el artista es capaz de llevar las formas artísticas a su disposición, convirtiendo a los autores, lectores y espectadores en colaboradores.

La segunda idea que nos interesa, entonces, es que Benjamin esperaba que estos planteos impusieran al escritor una única exigencia: la de reflexionar, la de preguntarse por su posición en el proceso de producción. De esta se desprende una conclusión importante: expresar solidaridad con los trabajadores no sólo desde el contenido de su obra sino desde la condición de productor. Quedarse al margen del debate sin hacer nada, no es opción para muchos de los que nos dedicamos a la literatura.


Por eso es que las preguntas que lanzó Saccomanno en su discurso y rescatar lo que la crítica marxista ha desarrollado sobre el tema es de una enorme riqueza. Es oportuno, en un momento en que el debate sobre quién produce, cómo se produce y con qué fin se produce cultura afloró a nivel nacional con la caducidad de los fondos de fomento. Si a eso se agrega el desigual desarrollo de la industria editorial en provincias como Mendoza, el nulo fomento a la creación y edición independiente y, por lo tanto, la igualmente desigual circulación de obras y autores, el panorama se complejiza. Hay que profundizar el debate sobre la soberanía cultural, producir y acceder a la cultura es un derecho de todxs.


Sergio Morán

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